domingo, 17 de julio de 2011

El Gran Salto


Conversación entre amigos: Ese gran momento de tu vida en que los meses dejan de ser conocidos como: junio, julio, etc... y pasan a denominarse 111, 100, 200, 303.

El bueno de Robespierre y sus compañeros de la Asamblea Jacobina estarían orgullosísimos de mí. Aquellos Floreal, Fructidor, Vendimiare  (este último debia de ser especialmente agradable), se han visto superados por la sucesión de obligaciones fiscales, en torno a las cuales procesiona machaconamente el devenir de mis  días. Modelo 100 para la Renta, Modelo 200 para sociedades, Modelo 180 de arrendamientos, Modelo atacar y no hacer prisioneros... 

Deshumanización. Primeros días de Thermidor: en la sexta3 (Gracias por este canal a quien corresponda)  programan  "El Gran salto".  Los hermanos Coen, con la inestimable ayuda de Sam Raimi,  se marcan un clásico instantaneo. Cine gamberro. Cine inteligente.  Continuo homenaje a los cimientos del genero.  Fracaso de crítica y taquilla. Cine con Mayusculas de ese que nunca te cansas de volver a ver. Impagable   el paseo de Tim Robbins cuando consigue el empleo por las catacumbas del departamento de correo. 

Tan mordaz como acertada, los Coen, dieron una vuelta de tuerca a las nuevas vertientes que en los noventa comenzaban a criticar con cierta ironía las organizaciones empresariales jerarquizadas.  Frente al principio de Peter, que plantea que  en una jerarquía todo empleado tiende a ascender a su nivel de incompetencia;  Scott Amdams, padre del gran Dilbert (vease la viñeta del encabezamiento) , plantea  satíricamente que es la organización la que  sistematicamente busca  el ascenso de los empleados menos cualificados hacia puestos de mando  para evitar que causen daños...  Reinventado, la clásica "Patada hacia arriba". Termino que escuche por primera vez a un antiguo profesor de Politica Económica para referirse al entramado de tequemanejes institucionales que se traían entre manos los jesuitas que controlaban mi facultad. Gran tipo este, con madera de lider: Sagaz, leido e instruido, con cierta ambiguedad dogmatica, mucho ego y el gusto compartido por citar a Borges  de vez en cuando(una pena que a veces se olvidase de referenciarlo...). La verdad, es de agradecer el esfuerzo que tenía por entrenar la inteligencia de sus alumnos, condición esta, poco practicada por sus compañeros de claustro.

En fín,  que se escapa Julio y aquí estoy yo, hablando de cine y  batallitas universitarias  mientras lucho con los cientos de configuraciones  posibles, quizas miles, de  certificados digitales  y versiones de noseque script, que  me hacen la vida imposible bajo la dudosa premisa de la comodidad del contribuyente.....

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